Micro Reflexiones

Recordemos que estas frases y palabras se dicen con el fin de generar bienestar, pero tienen un efecto contrario en nosotros (o por lo menos en mi). Hoy la psicóloga me dijo que me enfocara en la intención y no en la forma. Buen punto, pero la forma choca. Y para empezar esta lista arranco con eso es normal . Pucha, que necesidad de invalidar lo que siento/ experimento. Sí, puedo entender la intención de restarle poder y drama, pero tal vez lo que necesito es ese momento de catástrofe. Y parecido a esto, esta la frase que me recordaron: a mí me pasó . Comprendo que vivimos situaciones similares, y estas palabras salen desde el corazón y la empatía, pero si estoy en plena crisis y me dices esto no me ayudas, siento que me invalidas.  También me compartieron unas típicas que he oido muuuuucho: no llores , no te sientas mal , ya no estés triste . Gracias, ¿cómo no se me había ocurrido antes? Yo a esto le sumo tranquilizate . Y, de nuevo, reconozco que viene del amor y el deseo de que ...

Hoy quiero compartir algunas frases que me han dicho familiares y/o amigos con el propósito de hacer bien, pero en verdad logran todo lo contrario y me encabronan. El orden en que las presente no tiene que ver con nada diferente a como se me vienen a la cabeza. Eso le puede pasar a cualquiera  y sus variantes como «a todos les pasa»... No me interesa si le pasa a Pepe o a Juan. Puedo percibir la intención de no hacerme sentir como un bicho raro y que no estoy sola en esto. Pero te estoy contando MI experiencia y sentir que no es la misma de Pepe ni Juan.  Eso te pasa por no fijarte. Ajá, ¿Acaso tú estás en mi cabeza para ver si me fijé o no? Es algo muy similar a lo que me pasa con las palabras ¡Fijate!  y Cuidado.  Estoy haciendo todo lo posible para mantenerme y a mi entorno bien. A veces me equivoco o me sale una piedra en el camino que yo no controlo. En verdad estas palabras me dan rabia y me hacen sentir que mi esfuerzo no es suficiente. A los tuyos con razón o...

Me atrevo a decir que todos hemos tenido esta voz interna que nos dice «mejor hago esto o aquello porque a Pepito le encanta, aunque a mí no» o cosas así. Este razonamiento entra en algo que todos hacemos y es la complacencia. Hay una delgada línea entre la empatía y buena convivencia y la complacencia. Lo primero es fundamental tenerlo presente para vivir bien en comunidad, y la segunda implica que el otro va a recibir un bien y tú vas a sacrificar tu bienestar. Yo aquí quiero hablar de esta última. Creo que yo he caído mucho en esto; antes mucho más. Por ejemplo cuando empecé a usar mi caminador -el rojo que es bien encartoso- e íbamos a un restaurante, me pedían que dejara el caminador porque les incomodaba. Yo varias veces dije que sí, pero terminaba algo incómoda en el restaurante porque ni siquiera podía andar hasta la mesa sin engancharme de mi compañero; perdía toda mi independencia. Siento que complacemos a otros en búsqueda de aceptación. También es una forma de evitar los co...

Creo que todos hemos oído, pensado o dicho «a mí no me importa lo que otros digan de mí, yo soy lo que soy...». Yo sí, y muchas veces. Y muchas veces lo aplico, pero no siempre y, a veces, me bloquea esto. Vamos por partes. Esta premisa es mi mantra, y lo aplico en aspectos como mi presentación personal, mi movilidad, mi que hacer... y creo que en todo lo que hago, pero, aquí está el maní: lo aplico en privado sin problema; mi dilema empieza cuando voy a interactuar con otros. Aquí viene cómo/ cuándo no lo aplico: 1. tengo esta voz en mi cabeza que me dice que a nadie le va a parecer eso o aquello y solo lo puedo hacer cuando estoy sola; 2. empiezan las excepciones de «sí importan las opiniones de mis seres más cercanos» o «puedo ser yo siempre y cuando cumpla las normas de respeto, bondad...». En cuanto al último punto, estas normas sociales que marcan la decencia son transversales a todo lo que hacemos y siempre nos permean. Y no digo que este mal. Es más, no lo califico de ninguna f...

La semana pasada estuve toda la semana en la finca. Nos fuimos mi mamá, Web y yo a, reivindicarnos, disfrutar de la naturaleza y descansar -y sí que lo hicimos.  Llevábamos días de mucho ajetreo y cansancio cuando mi mamá me propuso que fuéramos a la finca. Yo acepté con mucho gusto, pues íbamos a cambiar de aires y a descansar. Compramos de esos forros para el carro para que el gordo fuera cómodo, hicimos mercado, nos empacamos y salimos. Desde el momento cero me sentí muy feliz. Tenía responsabilidades como los snacks del camino, la música y la conversación -no saben cuantos chismes me guardé días previos. Era mi paseo; yo hacía parte del equipo.  Yo había planeado estudiar y escribir un montón; entrenar con Web 24/7; ser «súper productiva». Y no hice lo de mi plan al pie de la letra. Si estudié, escribí -hay que aprovechar la inspiración del campo-, y entrené; pero no fui estricta. Me levanté un poco más tarde, tomé el sol y fui muy feliz. Dormí siestas largas después de al...