Los que esperan conmigo
Mi vida siempre es igual. Paso los días cambiando de color en la esquina de la calle 106 con carrera 21. Rojo para peatones. Verde para carros. Una rutina que nadie nota.
Por mis ojos de luz pasan miles de vehículos cada día. Algunos corren, otros esperan. También pasan bicicletas, muchas con un gran cajón azul atrás. Casi nunca se detienen cuando muestro mi rojo. No sé si no lo ven o si simplemente no me creen.
A veces pienso que doy muy poco tiempo para cruzar. Veo cómo la gente corre, empuja, tropieza. Y entre todos ellos, siempre aparece la misma joven: camina despacio, apoyada en un bastón, acompañada por un perro que la guía. Se queda junto a mí, esperando mi señal. A veces me señala también, como si quisiera que los carros me vieran mejor. O tal vez intenta decirme algo.
Una tarde la vi lanzarse a la calle con la ayuda de otra mujer que detuvo el tráfico con el cuerpo. Qué peligro, pensé.Y por primera vez en todos mis años de servicio, quise cambiar mis luces por voluntad propia.

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