Micro Reflexiones

Yo puedo. A mi ritmo, pero puedo .  Esta frase fue mi filosofía durante muchos años. La defendí por escrito y a propia voz también. Me moví por la vida bajo esta lógica. Y, en algún momento me perdí. Deje de vivirla y a decirme no puedo . Dejé de hacer cosas que me gustaban, dejé mi independencia y autonomía ganada porque me lo creí. Me creí que existía una barrera que impedía que participara de esto o lo otro.  «¡Uy! Esta vieja me confunde». Si, es confuso. O sea, si hay cosas que física y literalmente no puedo hacer debido a mi condición de discapacidad. Hay unas limitaciones en mi actividad. Sin embargo, existe un músculo para el problem solving que he entrenado muy bien, y eso me permite participar aún así tenga limitaciones.  Esta habilidad yo la llamo mi ritmo . Consiste en realizar las actividades de una manera diferente. Cada persona tiene un ritmo diferente. Nunca he conocido dos personas que vayan al mismo ritmo. Yo tengo el mío propio. Aun así, lo perdí en esta...

Algo que nos dijeron en el módulo pasado del curso fue una precaución con conceptos como discapacidad. El profesor nos explicaba que la gente lo interpreta de formas diferentes y eso puede quitar el foco de lo importante y enredar el sentido del texto. Con esto recordé las reflexiones que he escrito sobre lo que es discapacidad y términos afines que se usan para llamar a la persona en estas condiciones.  Si bien ya se usa más «persona con discapacidad» o similares, me he encontrado con visiones que lo perciben como una grosería y, por ende, emplean términos más agradables según ellos. Entre esos encontramos «capacidades/necesidades especiales» o «capacidades diversas». Para mí, Daniela,eso no va. Con la primera siento que te refieres a que tenemos poderes como lanzar telarañas, mover cosas con la mente, volar, y no. Además, nuestras necesidades no son especiales. Son razonables y comunes que, por cierto, benefician a TODOS.  La segunda habla de la población en general jajaja. ...

El viernes 1 de agosto fue un día de corre corre. Todo empieza hacia las 3pm que Mari no había llegado y los libros debían estar antes de las 5pm en un lado y de las 7pm en el otro. «¿Qué hago? No sé nada de Mari». Al cabo de unos minutos me escribe que aterrizó. Tras una conversación de decisiones complejas, salió en taxi rumbo a México y un mensajero con mis libros. Un gran trámite para entregarlos y de ahí corra a Maria Mercedes Carranza.  El tráfico fue denso para llegar, pero se logró. Después quedó descansar y reponerse para el primer día. Sábado 2 de agosto se arrancó con clase. Tomamos juntas el curso. Lo que siempre conversabamos por WhatsApp lo hicimos en persona. Almorzamos y salimos, junto con Web y mi mamá, a la librería. El espacio muy lindo, se sentía acogedor y seguro. A las 2:30pm, entre libros y luces amarillas empezamos. Me sentí genial leyendo por primera vez en Bogotá mi libro. Estuve muy clara, fuerte y dinámica. Lo comprobé en la forma que los niños recibiero...