Para los gustos, los colores… y para la accesibilidad, los matices

«Es posible que quien no conozca este universo no entienda lo que cuentas. ¿No es ese un problema de accesibilidad? Es como un edificio sin rampa». Ese fue parte del comentario de mi profesor al revisar mi ensayo final.

Por un lado, el profe tiene razón, si se puede considerar esto un tema de accesibilidad. Específicamente es una barrera cultural. Si alguien no conoce Harry Potter por diferencia generacional, intereses opuestos, ubicación geográfica, en efecto puede que no le va a atraer -y menos va a comprender- mi ensayo. 

Por otro lado, él lo asemeja a un edificio sin rampa. Ambos son problemas de accesibilidad, pero NO son asemejables. Este último es una violación a los derechos humanos de la persona con discapacidad. Las barreras estructurales (como la falta de rampas) atentan contra la persona y su ser directamente. Le limita su libertad de movilidad y, en cierta medida, es una «afirmación» que dice que esa persona no es digna de la sociedad. 

Chevere estar incluido en todo aspecto de la vida, pero eso es difícil. Creería que para que así sucediera, el mundo debería ser igual en espacios y tiempos. Todos los territorios con las mismas condiciones, las mismas culturas, los mismos gustos e intereses... ¡Qué mamera! Para los gustos los colores. Es imposible que todos y todo sea igual siempre.

El punto no es eliminar toda diferencia, sino reconocer cuáles son las barreras que violan derechos y cuáles son simplemente parte de la diversidad humana. Porque no entender Harry Potter puede ser incómodo… pero no entender por qué no hay rampa en un edificio es, literalmente, no entender la exclusión.