Desde mis ojos

El otro día, me estaban arreglando las uñas e iba a escoger el color para pintarmelas. La señora me mostró los que traía y yo le dije «no quiero este azul, quiero verde hoja». Ella se rió y me dijo que el azul era verde y el otro era morado. Eso me ha pasado muchas veces. La vez pasada me pinté de «morado» y era gris. Y así me ha pasado en otras ocasiones. 

En la universidad, en clase de francés, nos pusieron el ejercicio de escribir de forma creativa los que nos gusta y lo que no. A mí no me gusta el color rosado y lo fui a escribir con un marcador rosado. Un compañero lo vio y me dijo «eee... Dani, eso es rojo». Me reí y cogí el color que creí si era rosado. Luego vi el trabajo de una compañera y vi que dibujo algo como una papa con hojas. Le pregunté y me dijo «es una berenjena, esto es morado».

En el 2017, cuando estudiaba inglés en Washington DC, hicimos una actividad en equipos y cada equipo tenía sus colores. Yo me vestí de los colores del equipo, y cuando llegué a clases mi profesora me pregunta «y tú ¿a qué equipo apoyas?». Yo le dije que al nuestro y que estaba de amarillo y negro. Ella se rió y me dijo que eso era azul. 

Si, a veces confundo los colores. Adicionalmente, no veo profundidades; si alguien esta como a 3 metros de mí, no les veo ojos, ni boca, ni nariz; si me señalan algo un poco más lejos, no lo veo. 

A veces es complejo, pero no me mortifica. De hecho, me llega a dar risa en ocasiones. Antes me era difícil decir que no veía X o Y, o que necesitaba que me guiaran, por miedo a ¿qué dirán? Ya me he ido superando y pido ayuda. 

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