Qué confuso



El otro día le dije con impresión a mi mamá que mis manos estaban muy resecas y ella contestó: «es tu enfermedad». Esta respuesta me causó mucha gracia en la mente, pues tiene toda la lógica, pero creo que estaba esperando otra cosa. Después volví a decirle y me dijo que podía ser el ambiente.

Hoy escribo sobre esto porque vi en esta situación una dualidad frecuente en mi vida: decir la causa de algo que me está pasando. Sí, he aprendido que mi enfermedad se manifiesta de muchas formas y que es la causa de diversos síntomas. Eso «me gusta», pero también me asusta, pues puede decir que hay más cosas mal. 

Y sí, me gusta reconocer y que me reconozcan la enfermedad como la causa, pues es reconocer una parte primordial de mí y es sinónimo de la complejidad del asunto. Sin embargo, no me gusta que sea la causa de todo, precisamente por ese miedo que me lleva a decir que todo está mal.

Y aquí no busco criticar ni señalar a nadie. En esto no hay actuar bien o mal. Solo quiero compartir esto tan loco y gracioso que pasa por mi cabeza.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Perros de servicio y mascotas, ¿cómo interactúo con ellos?

Stripes

El que quiere puede