No escucho

El otro día estaba en una reunión familiar. Me fui al estudio con mis primos mientras mis tíos estaban en la sala. Pasamos muy felices. Conversamos, comimos, jugamos con el gordo. Sin embargo, siempre fuimos más tranquilos y organizados que el otro salon. Esto lo puedo decir porque a través de las paredes se oían sus gritos, y lo comprobé cuando nos juntamos todos a jugar regalo robado, ellos eran los de la gritería.

Al otro día en la mañana sacamos a los perros junto con una tía. Ella me preguntó cómo había pasado. Yo le contesté «Bien. Hablamos deli con mis primos aunque me tuve que inventar parte de lo que decían, pues hablaban muy pasito y, además, entraba todo el ruido de su recocha». Nos reímos mucho, pues es una situación chistosa. 

Sin embargo, me quedé pensando en que esto me ha pasado en otras ocasiones. Y se podría pensar «¿por qué no pregunta que le repitan o ajusta sus audífonos?». Yo también lo pensaba, pero no es tan sencillo. Por un lado, los audífonos están ya ajustados a lo que yo necesito. Por otro lado, me da pena preguntar tanto o pedir que hablen más fuerte. 

¿Qué puedo hacer ahí? Es una situación aparentemente sencilla, pero es complejo quitarme esa pena de pedir algo.