Peras y manzanas
Comparaciones. Algo inevitable en esta era en que vivimos. Constantemente estamos expuestos a redes sociales y a series o películas con las que, a veces nos identificamos y, otras veces, nos comparamos. Que este tiene X y yo no; o a tal le falta Y; o ¿por qué su vida es así y la mía no?
Me atrevo a afirmar que a todos se nos han cruzado este tipo de pensamientos. Por lo menos a mi sí. Y así nos digamos que «la comparación es una cosa horrible», o querramos echarnos el pajazo mental de que nunca nos comparamos, si lo hacemos. ¿Recuerdas en el colegio o universidad cuando nos reuniamos después de un examen a COMPARAR las respuestas?
Bueno, no quiero caer en el cliché de decir que nunca más me voy a comparar ni decirles que no lo hagan. Claro que si lo haremos, porque es parte de nuestro ADN. El trabajo en el que estoy es en que la comparación sea para construir y no destruir. Es decir, compararme con «modelos a seguir», o realidades semejantes a la mía y tomar eso como un impulso para seguir en el camino a mi mejor yo.
¿Te unes al trabajo? Paremos de destruirnos desde adentro. Ya hay mucho pasando en el mundo que trae tristeza y dolor. Construyamonos en comunidad y seamos nuestra mejor versión.

Yo te invito a encontrar dentro de ti misma ese modelo que quieres seguir
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