¿Insulto, marginación o cualidad?

Siguiendo al filósofo Aristóteles (384-322, a. de C.), los seres humanos somos seres sociales por naturaleza; esto significa que necesitamos del otro para sobrevivir en un entorno social aprendiendo cualidades para una convivencia, es decir, desarrollamos características sociales a lo largo de nuestra vida que influyen en nuestro actuar, pensar y relacionarnos con otros. Por ende, considero importante poner el foco sobre esta interacción que se vive en el mundo exterior. Aquí hay mucha tela para cortar, pero vamos paso a paso.

Por una parte tenemos la forma de comprender la discapacidad. Para este ejercicio le pedí a distintas personas su definición de discapacidad. Las perspectivas oscilan entre el desprecio del término y  la admiración del mismo. 

Entre las opiniones «en contra» del concepto existe la creencia de que la discapacidad es lo opuesto a la normalidad y a la validez; se asemeja con prohibición, incapacidad e inferioridad. Avanzando un poco, también se puede percibir la discapacidad meramente como una herramienta de segregación y discriminación donde las personas con esta condición son anormales y deben estar aislados del resto de gente. 

 

Pasando hacia el otro lado, encontramos una visión generalizada de la discapacidad como «una limitación/dificultad para desempeñar adecuadamente alguna tarea física o cognitiva». Siento que esta definición va más acorde con la teoría, pues la persona en condición de discapacidad (como yo) sí tienen limitaciones en su funcionalidad. Sin embargo, hablando con una amiga, decíamos que, bajo esta perspectiva, todo ser humano tiene una discapacidad que no le permite realizar su día a día siguiendo los estándares de la normalidad. 

Es aquí donde acudo a una corriente académica -el modelo social de la discapacidad- que dice que la discapacidad se da en cuanto a la relación con el entorno. Es decir, el individuo tiene limitaciones debido a una condición física, mental, sensorial, etc. y cuando interactúa con el entorno es que aparece el título discapacidad. Como dice la OMS: «el resultado de la interacción entre afecciones como la demencia, la ceguera o las lesiones medulares, y una serie de factores ambientales y personales». De aquí que digamos que el entorno restringe y es necesario que las personas en condición de discapacidad necesiten adaptaciones y herramientas para poder participar de una situación social.

Dentro de las respuestas que recibí, había personas que hablaban de la discapacidad como una capacidad de ver y vivir la vida de una forma especial y diferente de lo común. Estas palabras me encantaron y me dan un abrazo a la distancia. Y académicamente, esta forma de percibir la discapacidad se puede parecer al modelo de las capacidades de Martha Nussbaum. Ella habla de 10 capacidades básicas que se deben ejercitar para asegurar la calidad de vida. Estas son: Vida, Salud física, Integridad física, Imaginación, sentidos y pensamiento, Emociones, Razón práctica, Afiliación, Otras especies, Juego y Control sobre el propio entorno.

Es así como yo digo que la discapacidad es una condición, a largo plazo, de «vulnerabilidad o sensibilidad» que tienen algunos debido a limitaciones físicas, mentales o sensoriales que, cuando interactuamos con el entorno, se convierte en restricciones para la participación en la vida social. Sin embargo eso no significa que debamos ser excluidos o que no seamos compatibles con el entorno. Siempre hay maneras de conectar.

Este ejercicio marca la base del rol del entorno en la vivencia de la discapacidad. Si bien esta condición impacta directamente a la persona, también interfiere en las relaciones interpersonales. Me quedo con varias dudas que quiero resolver, como la concepción de normalidad y las restricciones del entorno. Por ahora, te invito a que me compartas para tí ¿qué es discapacidad?