La meta la pones tú


El otro día viendo televisión me crucé con una propaganda de Milo. Me quedó retumbando en la cabeza su slogan «Milo te da energía, la meta la pones tú». ¡Qué gran frase!  Yo no tomo Milo, pero empecé a jugar con distintos inicios a esta frase, aunque no me sonaban tan chéveres. Mi mente se enfocó solo en «la meta la pones tú». Esto me hizo tanto sentido con lo que venía trabajando con la psicóloga (y con mi análisis sobre los límites y los proyectos).
 

Uno como persona en condición de discapacidad puede tener distintas posturas frente a las metas en la vida. Una de esas es ir por logros «pequeños» o «cómodos» que no le pidan mucho al cuerpo, como cumplir tus tareas de hoy, o tener un cargo profesional donde no te exijas mucho, pues no crees ser capaz de más. Esta mentalidad, aunque satisfactoria, puede verse muy ligada al miedo de que «algo malo nos pase»; o puede venir de lo que nos ha dicho la demás gente que podemos aspirar a lograr.

 

En sintonía con lo anterior, hay personas que se plantean una meta como algo platónico; piensan en un objetivo que les gustaría lograr, pero lo ven como un «imposible». Por ejemplo, durante la pandemia yo pensé que iba a ser imposible salir a caminar o a un restaurante, pues yo solía apoyarme de todo para caminar con seguridad. Un día a mi mamá se le ocurrió aconsejarme usar mi caminador para salir. A partir de ahí no lo suelto y me di cuenta de que puedo salir a casi todos lados sin tener que apoyarme de las paredes, barandas, rejas y vidrios. En este caso, el desconocimiento de elementos de ayuda son una variable que aporta mucho a la creencia de que nuestra meta es inalcanzable.

 

Yendo al otro extremo, uno también se puede plantear metas que llamaremos exageradas. Estas son las metas que uno se propone sin tener en cuenta sus limitaciones. Por ejemplo, una meta exagerada que tuve fue subir y explorar Machu Picchu en Perú. Esta aventura involucra largas horas de caminata en terreno irregular, subir escaleras de piedra, y una altura significativa sobre el nivel del mar. Otro tipo de meta exagerada fue ir a clases así fueran en básicas. Para quienes estudiaron en la Pontificia Universidad Javeriana sabrán que esa zona era (creo ya la arreglaron) poco accesible: sin barandas, muchas escaleras y ascensores que no podían usar los estudiantes.

 

En efecto, pude cumplir mi meta de ir a clases -tal vez no en básicas-, pues hablé con las directivas de la facultad y logré cambiar los salones a edificios y áreas más accesibles. La meta de Machu Picchu no la he descartado; ahora estoy buscando tures accesibles para que una persona con discapacidad motora pueda disfrutarlo. Para esto recurro a mi marco de realidad donde reconozco mis capacidades, recursos y posibilidades que me permitan cumplir el objetivo sin poner en riesgo mi bienestar. Eso sí, a veces ese marco se desdibuja y me inunda el miedo que obstaculiza y frena mis sueños. Estoy trabajando para encontrar ese punto medio y alcanzar todas mis metas.


Tú, ¿cómo vas a lograr tus sueños y metas?


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